"A propósito de Henry"


Henry, un famoso abogado, que entre casos espinosos, relaciones extramatrimoniales, dinero y multitud de comodidades, vivía en una esfera interminable de despotismo y de falsa creencia de superioridad con todos los que le rodeaban, que hizo que sin darse cuenta, se convirtiera en una especie de ogro insufrible y demoledor...hasta que un desafortunado disparo le obligase a reiniciar su vida, que vió con repugnancia desde la nueva perspectiva que le había dado el destino.
La película en cuestión da pie a preguntarnos y plantearnos muchos aspectos, pero sin duda, el mayor interrogante que me despierta es la siguiente pregunta:
Si tuviera la oportunidad de comenzar a vivir de nuevo, ¿repetiría todo lo que he hecho hasta ahora?
Evidentemente, muchas acciones mías las cambiaría. Es imposible que todo lo que nos pase, todo lo que hagamos, todo lo que vivamos, nos agrade. Somos personas, no somos perfectos, es normal que nos equivoquemos, que no lo hagamos todo bien, como se suele decir, "nadie nace sabiendo", y todos los errores que cometemos son fruto de la inexperiencia y de la ignorancia inevitables en el ser humano. 
Por una parte, si tuviera la oportunidad de cambiar algo en mi vida actual y mi pasado, me gustaría enmendar muchos malos momentos y malas acciones que cometí, pero por otro lado, de todos esos momentos difíciles he aprendido, he madurado, y he sacado conclusiones positivas para el futuro. ¿Qué somos sin nuestros errores? Son nuestra fuente de inspiración, nos impulsan a ser mejores, nos hacen ver nuestros defectos, nos hacen sabios...en definitiva, nos hacen MEJORES. Como el protagonista de este filme, todos tenemos un momento crucial en nuestras vidas que nos hace cambiar, que supone un golpe de efecto en nuestra forma de pensar, de actuar y de vivir. Ya sea un viaje, una experiencia que nos marque, conocer a alguien especial, perder a algún ser querido...todo esto nos hace madurar y replantearnos muchos aspectos de nuestra vida, que de otra forma, no podríamos ver, entre el estrés y el ritmo frenético de la rutina. 
En conclusión, la propia existencia es un regalo, que con sus más y sus menos, tiene miles de sorpresas y enseñanzas para uno mismo. 

ALEJANDRO FLEITAS 

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